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LAGUNA DE CASTILLA- TRIACASTELA (23 KM.)
21-5-2014
Salí sola a las siete de la mañana por un camino cubierto de niebla por el que apenas podías ver unos metros.
El valle que ayer plasmé en mi cámara, está totalmente cubierto. Chispea un poco y solo puedo ver el camino y la vegetación que tengo al lado. Un peregrino joven me adelanta y al poco otro más.
Cuando he subido un Km, un hito me dice que estoy pisando tierras Gallegas.
El viento empieza a soplar y aunque voy bien equipada (botas de gore-tex, polainas, camiseta térmica y la capa) siento como la lluvia empieza a calar mis rodillas. Es importante ir bien equipado porque el clima te puede jugar una buena pasada.
Entre niebla me encuentro en O Cebreiro, cuentan los peregrinos que cuando llegas sientes que estas en el cielo, por la visión que tienes desde arriba. La niebla no me deja ver nada, pero el soplido de los pinos, el embrujo de la niebla y el pueblo muerto, me hizo sentir un escalofrío, no de miedo sino de bienestar, creo que fue uno de esos momentos que puedes sentir lo que es la felicidad o lo que quieras llamarle.
En la entrada está el monumento del peregrino que cuentan esta leyenda:
“Un jinete alemán que iba camino de Santiago se despisto del camino antes de llegar a A Faba y fueron tantos los rodeos que dio que al final se le hizo de noche. Asustado, optó por cobijarse entre los matorrales para esperar que amaneciera.
Cada vez hacia más frío y en el silencio de la noche contemplaba tiritando el cielo estrellado. De repente agudizo el oído y escucho como un silbido que sonaba a lo lejos . Montó de nuevo en su caballo y ese sonido que semejante a una gaita, parecía como si le fuera guiando. Después de un buen rato galopeando, se quedó sorprendido cuando el equino se detuvo ante la aldea jacobea. Eran las pallozas de O Cebreiro.
Busqué un sitio donde cobijarme y me encontré con la iglesia o santuario de Santa María la Real, no paraba de llover y pronto apareció mi compañera. Echar fotos lloviendo era difícil, pero teníamos que llevarnos el recuerdo de nuestro paso por O Cebreiro.
Las pallozas, son testimonio de un poblamiento anterior a los romanos.
El agua a veces se convertía en nieve.
Continuamos nuestro camino por la carretera que va a Tricastela.
Alto de San Roque. a 1270m |
Pasamos Liñares y a un km alcanzamos el Alto de San Roque donde se encuentra otro monumento del peregrino.
Tomamos un camino a la derecha y pasamos por Hospital, Alto Do Poio, Fonfría; O Biduelo, Fillobal, As Pasantes, Ramil y Triacastela.
Telar en el bar donde paramos a desayunar. |
Iglesia de San Xoán en Hospital da Condesa (Lugo) |
Padornelo
Al llegar al pueblo de Padornelo empieza una subida de mucho cuidado hasta el Alto de Do Poio. Éste lo pasamos de largo y empezamos a bajar.
En uno de los pueblos que le sigue, una señora salió a ofrecernos unos crepes espolvoreados con azúcar. Pobrecitas peregrinas; tomen, tomen, nos decía... Gratis? Nada… Esta señora tiene un negocio con el invento de los crepes. Me pasé la mañana, acordándome de los dichosos crepes, y es que mientras me los servía observe algo que no me entro mucho por el ojo.
Los hermosos paisajes nos siguen acompañando y pasamos las poblaciones de Filloval y As Pasantes. Continuando por una senda totalmente cubierta de castaños y arbustos, muy embarrizada por lo que había llovido.
Habitación doble con baño. 40 €.
La Iglesia de Santiago de Triacastela, de origen románico y de estilo barroco, con un cementerio a la entrada.
Nada más llegar al albergue había una pila para lavar y una manguera, la que utilicé para quitarme el barro que había cogido en el camino.
La estancia en dicho pueblo estuvo bien, pero comimos fatal en uno de los restaurantes que nos aconsejaron en el hostal.
Calle en Triacastela.
La Iglesia de Santiago de Triacastela, de origen románico y de estilo barroco, con un cementerio a la entrada.
No paró de llover en toda la noche, quedaba la última de las etapas y el tiempo no acompañaba...
Próxima etapa; Triacastela a Sarria.
Próxima etapa; Triacastela a Sarria.
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